El puma es el felino más grande que podemos encontrar en Chile. Con una distribución que abarca desde el sur de Canadá hasta el estrecho de Magallanes, el puma es además, después del jaguar, el segundo más grande de América. Este felino ha sido venerado por culturas originarias como la inca, la azteca, maya y mapuche. Símbolo de valentía, fortaleza, agilidad, y por sus hábitos crepusculares/nocturnos ligado al mundo extraterrenal, el puma se ha convertido en una imagen presente en ritos, ceremonias, y que ha sido iconografiado en elementos sagrados y manifestaciones artísticas como petroglifos y pictoglifos.
Sin embargo, el día de hoy la realidad es muy distinta para este felino. Luego de la llegada de la colonización europea a América, el establecimiento de poblaciones humanas en lugares antes prístinos, la explosión de actividades económicas como la ganadería y la llegada de una visión antropocentrista hacia la naturaleza, en contraposición a la que tenían los nativos americanos, han puesto en jaque la sobrevivencia del felino. De esta forma, el puma pasó de ser un animal venerado a ser demonizado, temido e incluso odiado.
El puma comenzó a depredar sobre el ganado doméstico e incluso ocasionalmente sobre humanos, transformándose en un animal no deseado. Así, comenzó una persecución que continúa hasta el día de hoy, prácticamente en toda su distribución. La cacería de pumas fue extrema, llegando incluso a la extirpación local de algunas de sus poblaciones, como las del este de los Estados Unidos.
En Chile la situación no fue muy diferente. En la Patagonia, por el siglo XIX, se estima que solo una estancia podía dar muerte a cerca de 90 pumas al año. La depredación de pumas hacia el ganado doméstico se acrecentó en ese momento debido a la disminución en su presa principal, el guanaco, que también fue cazado debido a su competencia con la ganadería.
El día de hoy, si bien el puma cuenta con protección legal, su cacería continúa de manera ilegal. A causa del cambio climático, los ganaderos deben buscar cada vez más lejos los pastos tiernos con los que alimentar a sus animales, aumentando el riesgo de ataque por parte del puma. Y si bien dar muerte al puma puede dar solución al problema en el corto plazo, ésta no acaba con el conflicto. Prueba de ello es que éste conflicto ha durado por más de 100 años. Sin embargo, sí existen alternativas, que buscan dar una solución en el largo plazo y a su vez promueven una coexistencia más armónica entre las actividades humanas y el entorno natural. Cambio en las prácticas de manejo ganadero, uso de perros protectores del ganado y de elementos disuasivos que mantienen a los pumas alejados del ganado son algunas soluciones que buscan convivir en el mismo espacio, permitiendo el desarrollo de actividades humanas en armonía con la naturaleza.
En Chile, si bien no existe ninguna ONG que coordine las actividades relacionadas con la conservación del puma, son diversas las iniciativas a lo largo del país que buscan una mejor coexistencia entre la actividad humana y el felino. En varias regiones ya se han implementado algunos cambios en el manejo ganadero, aplicado métodos que buscan minimizar el ataque del puma al ganado y también se está evaluando la posibilidad de aplicar un sistema de seguro ganadero. Algunas estancias ganaderas en la Patagonia incluso han visto una oportunidad en la presencia del puma en sus límites, implementando iniciativas de turismo que ha traído a gente de todo el mundo a maravillarse con el felino.
La manera de como elegimos vivir y nos relacionamos con nuestro entorno depende de nosotros. Al buscar maneras de desarrollar nuestras actividades de manera armónica y buscando soluciones para minimizar el impacto en la naturaleza estamos ayudando a su conservación y protección, aportando así a vivir en un mundo mejor.