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San Pedro de Atacama es uno de los destinos turísticos preferidos dentro del país. Ubicado en la cuenca del Salar de Atacama, el más grande del país, el lugar nos regala algunos de los paisajes más bellos del altiplano, con un salar coronado por altas montañas y volcanes.

Sin embargo, en este lugar existe un rincón olvidado, el patio trasero que nadie va a visitar. Allí, hace poco más de 20 años, se ha estado extrayendo litio, un mineral que se encuentra en las profundidades del salar.

Hoy el litio es altamente demandado a nivel mundial, principalmente por su uso en la industria tecnológica, plantas solares y automóviles eléctricos, cuya energía es abastecida por baterías de litio, inigualables en sus capacidades conductoras de electricidad y almacenamiento energético. A los automóviles eléctricos se los presenta como una de las grandes soluciones a la contaminación ambiental, las emisiones de CO2 y a la extracción de combustibles fósiles, no obstante, no estamos siendo conscientes de su costo ambiental y social.

El litio se encuentra de manera natural, principalmente en forma de salmuera en las profundidades de los salares. Chile cuenta con más de la mitad de las reservas mundiales del metal, cuyas mayores concentraciones se encuentran en el llamado “triángulo del litio”, que abarca una sección del altiplano de Chile, Argentina y Bolivia.

Para extraerlo se deben construir pozos en la superficie del salar, desde los que se bombea el agua con sal hacia el exterior. Una vez allí, se deja evaporar la salmuera y se extrae el litio. El proceso requiere necesariamente que se bombeen estas aguas desde el corazón del salar, acción que provoca un desbalance hídrico y altera el sistema natural, con consecuencias negativas para el entorno.

Un ejemplo de lo anterior es el daño que se produce a la fauna del lugar. En esa zona anidan tres de las seis especies de flamencos que existen en el mundo: el flamenco andino, la parina grande y la parina chica o de James. Estas especies se alimentan de pequeños invertebrados y vegetales acuáticos, quienes encuentran en estos salares las condiciones de ph y salinidades precisas para desarrollarse. Además, en estos lugares también conviven distintas especies, como las lagartijas y otras aves endémicas, acostumbradas a vivir bajo las duras condiciones del salar.

Todo lo anterior, se ve alterado por el desbalance hídrico que produce la extracción del litio desde las aguas subterráneas, lo que podría secar por completo las lagunas que son fuentes de alimentación de la fauna que habita en el lugar.

Por otra parte, se encuentran los costos para las comunidades locales, quienes históricamente han utilizado estas reseras como fuente de agua para sus cultivos sin alterar el equilibrio ambiental.  Sin embargo, hoy la minería del litio y la extracción de salmuera que realizan a gran escala es cinco veces mayor a la que ingresa como agua a la cuenca. Un proceso que claramente está lejos de ser sustentable.

Al parecer, el costo socioambiental del litio nos presenta una paradoja. En una búsqueda por encontrar una solución al cambio climático, una de las principales amenazas al medioambiente a escala global, estamos implementado procesos con un impacto directo y negativo sobre la fauna, el ecosistema y las comunidades locales.