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Cada uno de nosotros juega el rol de “consumidor” en el momento en que adquirimos bienes, servicios y/o productos. Al ser consumidores, tenemos una gran responsabilidad: nuestra compra es nuestro voto y con nuestro poder adquisitivo podemos lograr grandes cosas.

Me explico un poco mejor: cuando decimos que 1 compra = 1 voto, significa que, cada vez que compramos algo, estamos votando por todo lo que ese negocio representa, sus valores, su filosofía y su sistema productivo. El objetivo es apoyar el uso de materiales reciclados, obtenidos de manera sustentable, el fair trade o pago justo a los agricultores y prácticas de manejo de desperdicios y reciclaje.

Y no sólo eso, sino que, además, al elegir comprar en un comercio, y votar por él con tú compra, tienes poder de elección al igual que en las urnas y el candidato con más apoyo ganará las elecciones. Entonces, con nuestro apoyo los comercios que tengan una buena recepción por parte de los consumidores, prosperarán y los que tengan una mala recepción, no prosperarán. En Curicó (mi ciudad de origen), por ejemplo, hace algunos años se instaló una cadena de comida rápida y como nunca obtuvo suficientes clientes, al poco tiempo lo cerraron. En cambio, existía un local de frutas y verduras que comenzó a atraer cada vez más público. En efecto, el Municipio inyectó recursos para ampliarlo y actualmente es un galpón con tiendas y electricidad.

¿Te vas dando cuenta del poder que tenemos los consumidores? ¿Cómo usar este poder para el bien común? Aquí viene lo que conocemos como Consumo Responsable, una respuesta a las necesidades que hoy tiene nuestro planeta:

El Consumo Responsable apunta a un cambio en nuestros hábitos de consumo, educándonos en consumir menor cantidad, mejor calidad, y escogiendo opciones que favorezcan el cuidado del medio ambiente, la comunidad local y la ética social.

Como Consumidores Responsables, es nuestra tarea empoderarnos y elegir sabiamente dónde ponemos nuestro dinero, que finalmente es nuestro voto. Elegir de manera informada dónde compramos, y seleccionar opciones sustentables, ecológicas, locales, verdes y éticas no sólo ayuda a largo plazo a crear un mundo mejor, sino que tiene impactos positivos inmediatos en la comunidad.

Muchas veces las personas piensan que no pueden comprar nada bajo estos conceptos, sin embargo, ¡no es así! Ser un consumidor responsable no es aburrido ni mucho menos precario. En este blog iremos aprendiendo poco a poco sobre este tema.

Si quieres empezar hoy mismo a ser un Consumidor Responsable, te dejo un resumen para que empieces a poner más atención a algunas cosas al momento de comprar:

  • Materiales: ¿Este producto está hecho de materiales sustentables?, ¿hay una opción más verde que pueda conseguir?
  • Desechos: ¿Se generan muchos desechos en la fabricación de este producto? ¿puedo conseguir uno más eco amigable?
  • Envoltorio: ¿Este producto tiene el envoltorio necesario, o es un exceso? ¿puedo conseguir uno sin envoltorios para generar menos desperdicios?
  • Producción: ¿Es la producción y fabricación de este producto un ejemplo a seguir? ¿Poseen agricultura sostenible, comercio justo y/o beneficios para sus trabajadores?
  • Social: ¿Cómo trata a sus trabajadores la empresa que fabrica estos productos?
  • Materia Prima: ¿Cómo se inserta esta empresa en la comunidad? ¿De dónde se extraen las materias primas? ayuda a reforestar? impulsa algún programa de sustentabilidad?
  • Comunidad: ¿Qué aporte a la comunidad hace esta empresa? ¿Este producto entrega bienestar o promueve algún tipo de educación?

En los lugares que frecuento y entre las personas a las que veo a diario, conozco un montón de emprendimientos verdes, locales, sustentables y con énfasis en el cuidado de la comunidad. Es sorprendente cómo la conciencia sobre nuestros hábitos de consumo ha aumentado y ahora en todas partes encuentro muchas tiendas, marcas y emprendimientos que cumplen con todo lo que les menciono en la lista anterior, así que manos a la obra y a pensar en estas preguntas cada vez que vayamos a hacer una compra.